Mostrando entradas con la etiqueta James Cook. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta James Cook. Mostrar todas las entradas

Viaje hacia el Polo Sur y alrededor del mundo

 


6 de febrero [1775].—Continuamos navegando hacia el S y SE hasta el mediodía siguiente, hora a la cual registramos la latitud de 58º 15’ S y longitud de 21º 34’ O, y no viendo tierra ni indicios de ella, deduje que lo que habíamos visto, y que denominé Tierra de Sandwich, es un grupo de islas o el cabo de un continente. Firmemente creo que existe cerca del polo una extensión de tierra donde se forma la mayor parte del hielo que se esparce sobre este vasto océano meridional; también me parece probable que esa tierra se extienda más hacia el N en los océanos Atlántico Meridional e Índico, pues siempre encontramos hielo más al N en estos océanos que en otra parte, lo que creo que no habría tenido lugar si no existiese tierra al S; quiero decir tierra de considerable extensión1. Si suponemos que no hay semejante tierra y que el hielo se puede formar sin necesidad de ella, se deducirá que, debiendo existir la misma temperatura, aproximadamente, alrededor del polo hasta los 60º o 70º de latitud, o lo bastante lejos para que no se haga notar la influencia de ninguno de los continentes conocidos, deberíamos, en consecuencia, ver hielo siempre que siguiéramos el mismo paralelo o cerca de él y, sin embargo, ocurre lo contrario. Pocos barcos han encontrado hielo al doblar el cabo de Hornos, y nosotros vimos muy poco bajo los 60º de latitud en el océano Pacífico Austral. Mientras que en este océano, entre el meridiano de 40º O y los de 50º ó 60º E, hemos encontrado hielo al N hasta los 51º, Bouvet encontró hielo en los 48º, y otros lo han visto en latitudes mucho más bajas. Es verdad, no obstante, que la mayor parte de este continente meridional (suponiendo que exista) debe de estar dentro del círculo polar, donde el mar está tan cubierto de hielo que la tierra resulta inabordable. El riego que se corre al explorar una costa en estos mares de hielo desconocidos es tan grande, que me arriesgo a decir que nadie se atreverá a llegar más lejos que yo y a afirmar que las tierras que se puedan encontrar el S nunca serán exploradas. Es preciso afrontar las espesas brumas, tormentas de nieve, un frío intenso y todo aquello que constituye un peligro para la navegación, y esas dificultades parecen mucho más grandes a causa del horrible aspecto del país; un país condenado por la Naturaleza a no sentir ni un momento el calor de los rayos del Sol, sino a yacer sepultado bajo hielos y nieves perpetuas. Los puertos que existan en la costa estarán, en cierto modo, totalmente llenos de nieves heladas de gran espesor, y en el caso en que alguno de ellos ofrezca paso a un navío, se corre el riesgo, una vez dentro, de quedar preso allí para siempre o de salir arrastrado en medio de una isla de hielo. Las islas y hielos flotantes de la costa, las grandes masas que se desprenden de los arrecifes, y las tormentas o aludes de nieve, seguidos de una fuerte helada, Después de estas explicaciones, no esperará el lector que avance mucho más lejos hacia al S, no precisamente por falta de ganas, sino por otras razones. Habría sido una imprudencia en mí arriesgar todo lo que había sido hecho durante el viaje, al intentar descubrir y explorar una costa que una vez descubierta y explorada no hubiera reportado ninguna utilidad ni a la navegación, ni a la geografía, ni a ninguna otra ciencia. Aún nos quedaba por aclarar lo relativo al descubrimiento de Bouvet y, además de esto, no nos hallábamos en condiciones para grandes empresas, y de haber estado mejor provistos, tampoco habría sido el tiempo oportuno para hacer exploraciones de esta naturaleza.

(...)

23 de febrero.—Continuamos esta ruta hasta las cuatro de la mañana siguiente, en que variamos al SE por E y ESE, el cual seguimos hasta las ocho de la noche, en que llegamos a la latitud de 55º 25’ S y longitud de 23º 22’ E, deducidas ambas de las observaciones efectuadas en el mismo día, pues por la mañana el tiempo estuvo despejado a ratos y nos dio ocasión de observar varias distancias del Sol y de la Luna, lo cual no nos había sido posible hacer desde algún tiempo antes, por haber estado el cielo casi constantemente nublado.

Habiendo ya atravesado el espacio en que se suponía que existía tierra sin percibir la menor señal de ella, no había lugar a dudar más tiempo que las islas de hielo nos hubiesen engañado, como le ocurrió a monsieur Bouvet. El viento había saltado entonces al N y arreció hasta convertirse en una violenta tormenta acompañada, como de costumbre, de nieve y cellisca; plegamos las gavias y ceñimos el viento al ENE con las mayores. Durante la noche el viento amainó y saltó al NO, lo que nos facultó para enfilar más al N, pues nada me quedaba ya que hacer más hacia el S.

James Cook, Viaje hacia el Polo Sur y alrededor del mundo2

 

 

 

 


1  El gran navegante Cook confirma sus sospechas acerca de la existencia de un gran continente en el polo Sur, el cual (continente antártico) tiene en efecto enorme extensión (20 millones de kilómetros cuadrados, el doble que Europa) y está sepultado por un enorme casquete glaciar. (Nota de la edición española)

2  Libro IV. Capítulo VI.