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Sur

 


 

Nuestro trineo estaba bastante liviano ahora. Avanzamos hacia el sur. Juana calculaba nuestra posición diariamente. El veintidós de diciembre de 1909, alcanzamos el Polo Sur. El tiempo era, como siempre, muy cruel. Ninguna marca interrumpía la lúgubre blancura. Discutimos dejar algún tipo de marca o monumento, un túmulo de nieve, un poste de tienda y una bandera; pero no parecía haber ninguna razón especial para hacerlo. Cualquier cosa que pudiéramos hacer, cualquier cosa que fuéramos, era insignificante, en ese lugar horrible. Armamos la tienda para refugiarnos durante una hora y hacer una taza de té, y luego alcanzamos el “Campamento 90”. Dolores, paciente como siempre, parada con los arreos del trineo, observó la nieve; estaba tan profundamente congelada que no mostraba ningún rastro de nuestras pisadas, y dijo, “¿Hacia dónde?”

“Al Norte,” dijo Juana.

Era una broma, porque en ese lugar en particular no había otra dirección. Pero no reímos. Nuestros labios estaban agrietados por el congelamiento y dolían demasiado para que pudiéramos reír. Así que emprendimos el regreso, y a nuestra espalda el viento nos empujaba, y embotaba los filos semejantes a cuchillos de las ondas de nieve helada.

Toda esa semana la tormenta de nieve nos persiguió con su viento como una jauría de perros locos. No puedo describirlo. Desee que no hubiéramos ido hasta el Polo. Creo que lo deseo aún ahora. Pero incluso entonces estuve contenta de que no hubiéramos dejado ninguna señal allí, porque algún hombre con el anhelo de ser el primero podría llegar un día, y encontrarla, y así saber lo tonto que había sido, y se le rompería el corazón. 

Ursula K. Le Guin, Sur, Informe Sumario de la Expedición del «Yelcho» a la Antártida, 1909-1910.

 
 
 
Ilustraciones de Lesley Imgart, excepto el mapa dibujado por Ursula K. Le Guin.