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Who goes there?

 

Barclay profirió una exclamación entrecortada y señaló hacia lo alto.

Obscuro en el cielo crepuscular, algo alado describía curvas de indescriptible gracia. Las grandes alas blancas se inclinaban suavemente y el pájaro revoloteaba sobre los hombres con silenciosa curiosidad.

-Un albatros... -dijo en voz baja Barclay-. El primero de la temporada, que piensa irse tierra adentro no sé por qué motivo. Si un monstruo anda suelto...

Norris se inclinó sobre el hielo y sacó algo precipitadamente de su gruesa ropa a prueba de viento. Se irguió. En su mano brillaba una amenazadora arma de metal azulado, y ésta rugió desafiando al silencio blanco de la Antártida.

El pájaro profirió un ronco chillido. Sus grandes alas se agitaron frenéticamente cuando una docena de plumas se desprendieron de su cola. Norris volvió a disparar. El pájaro se movía velozmente ahora, pero en una línea de retirada casi recta. Volvió a chillar, cayeron más plumas y se remontó con sordo aleteo detrás de un cerro de hielo, para luego desaparecer.

Norris siguió presurosamente a sus compañeros.

-No volverá -dijo, jadeante.

Barclay le advirtió que se callara, señalando con un gesto. Una curiosa luz , ferozmente azul brotaba por las grietas de la puerta de la cabaña. Dentro resonaba un zumbido muy suave, también un chasquido y un tintineo de herramientas, aquellos sonidos traían un mensaje de frenética prisa.

McReady palideció.

-Dios nos ayude si ese monstruo ha...

Asió a Barclay por el hombro e hizo el movimiento de cortar con los dedos, señalando el nudo de cables de control que sujetaban la puerta.

Barclay sacó del bolsillo los cortadores de alambre y se hincó de rodillas silenciosamente. El chasquido de los alambres cortados causó un indecible estrépito en el absoluto silencio de la Antártida. Sólo se escuchaba aquel extraño y suave zumbido en el interior de la cabaña, y el frenético chasquear y tintinear de las herramientas que ahogaba esos ruidos.

McReady atisbó por una grieta de la puerta. Tomó aliento con ronco sonido y sus grandes dedos se clavaron cruelmente en el hombro de Barclay. El meteorólogo retrocedió.

-No es Blair -explicó McReady, en voz baja-. Es alguien arrodillado junto a un objeto que está sobre la litera... que quiere levantar, parece un morral... y que sube a cada momento.

-Vamos juntos -dijo Barclay con aire ceñudo-. No. Norris, quédese atrás y saque ese hierro suyo. Eso que está ahí... puede tener armas.

El vigoroso cuerpo de Barclay y la gigantesca fuerza de McReady golpearon juntos la puerta. Dentro, la litera apoyada contra ésta chirrió

con locura y se hizo añicos. La puerta saltó hacia dentro

Un ser se levantó de un salto, como una pelota de goma azul. Uno de sus cuatro brazos, semejantes a caracoles, se estiró como una víbora que va a asestar su golpe. En una mano de siete tentáculos brillaba un lápiz de reluciente metal y el ser lo levantó para afrontarlos. Los finos labios del monstruo se entreabrieron convulsivamente descubriendo unos colmillos de ofídio, en una mueca de odio, mientras sus ojos encarnados fulguraban.

                                                                    

John W. Campbell Jr., Who goes there?

                                                                    

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