La sombra más allá del tiempo

 

 

Aun antes de que mi personalidad vigil estudiase los casos similares al mío o los viejos mitos de donde sin duda procedían los sueños, ya sabía yo que los seres de ese mundo onírico pertenecían a la raza más grande del mundo, a la raza que había conquistado el tiempo y había enviado espíritus exploradores a todas las eras del universo. Sabía también que yo había sido arrancado de mi época, mientras un intruso ocupaba mi cuerpo, y que algunos de los demás cuerpos cónicos alojaban mentes capturadas de manera similar. En mis sueños, me comuniqué -mediante el castañeteo de mis pinzas- con los espíritus exiliados que procedían de todos los rincones del sistema solar.

 

Había un espíritu que viviría, en un futuro incalculablemente lejano, en el planeta que llamamos Venus, y otro que había vivido en uno de los satélites de Júpiter hace seis millones de años. Entre los moradores de la Tierra, conocí varios representantes de cierta raza semivegetal y alada, de cabeza estrellada, que había dominado la Antártida paleocena…

                                                          

H.P. Lovecraft, La sombra más allá del tiempo

                                                           

Libro

 




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